domingo, 21 de diciembre de 2008

LA VOZ DEL SILENCIO

H.P. Blavatsky en "La Voz del Silencio" dice: "Aquel que pretenda oír la Voz de Nâda, el Sonido Insonoro, y comprenderla, tiene que enterarse de la naturaleza del Dhâranâ". Nada es aquí la "Voz del sonido espiritual" y Dhâranâ la perfecta concentración de la mente sobre un objetivo interno, acompañada de la completa abstracción de todas las percepciones del mundo exterior.Dice Crowley respecto a este versículo, que el principiante comienza a oír muy pronto ciertos aspectos de esta Voz cuando empieza la práctica del Pranayama, que corresponde en la audición al oscuro velo que se ve cuando se cierran los ojos, aunque reconoce que se necesita cierto grado de progreso antes de que pueda oírse nada.Prosigue Blavatsky: "Cuando haya cesado de oír los muchos sonidos, entonces podrá discernir el UNO, el sonido interior que mata a los exteriores." Dice Crowley de este versículo que los "muchos" son primariamente los sonidos que tienen lugar fuera del estudiante, y después los que tienen lugar dentro, como la pulsación de la sangre dentro de los oídos, etc.La "Voz del Silencio" continúa: "Entonces, únicamente, y no antes, abandonará la región de lo Falso (ASAT), para entrar en el reino de lo verdadero (SAT)". "Antes de que el alma pueda ver, debe haberse alcanzado la Armonía interior, y los ojos carnales han de estar cegados a toda ilusión". Dice Crowley al respecto que esta Armonía interior es un estado en el que ni los objetos percibidos por los sentidos, ni las sensaciones fisiológicas, ni las emociones, pueden perturbar la concentración del pensamiento."Antes de que el alma pueda oír, es necesario que la imagen (hombre) se vuelva tan sorda a los rugidos como a los susurros, a los bramidos de los elefantes furiosos, como al zumbido argentino de la dorada mosca de fuego" continúa la Voz del Silencio."Antes de que el alma sea capaz de comprender y recordar, debe estar unida al Orador silencioso, de igual modo que la forma en la que es modelada la arcilla, lo está al principio con la mente del alfarero". A lo que añade Crowley que cualquier objeto actual de los sentidos es en realidad una precipitación de un ideal. Durante la práctica de la concentración sobre un determinado objeto, poco a poco se rechaza su apariencia externa y se llega a ese ideal, que probablemente no se parecerá a aquellos objetos que son sus manifestaciones objetivas.El texto sigue diciendo: "Porque entonces el alma oirá y recordará"."Y entonces el oído interno hablará LA VOZ DEL SILENCIO"."Antes de que puedas sentar el pie en el peldaño superior de la escala de los sonidos místicos, tienes que oír la voz de tu Dios interior de siete formas distintas". "Como la melodiosa voz de un ruiseñor entonando un canto de despedida a su compañera, es el primero. Percíbese el segundo a la manera del sonido de un címbalo argentino de los Dhyânîs, despertando las centelleantes estrellas. Suena el siguiente como el lamento melodioso del espíritu del océano aprisionado dentro de una concha. Y éste va seguido del canto de la Vînâ. El quinto a manera de flauta de bambú, suena vibrante en tu oído. Y luego se convierte en sonido de trompeta. El último vibra como el sordo retumbar de una nube tempestuosa. El séptimo absorbe todos los demás sonidos. Estos se extinguen y no se les vuelve a oír más". Dice Crowley de este último sonido silencioso que se trata más bien de un terremoto que de un sonido, que produce una mezcla de terror y de éxtasis imposible de describir, y que como regla general descarga completamente la energía del adepto, dejándole más débil que tras un ataque de malaria. Sin embargo, añade que si la práctica ha sido correcta deja paso a un estado en el que se deja de dirigir la atención a las cosas intrascendentes.Crowley insinuó que había relación entre el libro la "Voz del Silencio" de Blavatsky y la entidad misteriosa denominada LAM, de la que habló poco el gran mago Thelemita. Sin embargo, esta entidad ha sido contactada posteriormente por distintos magos como Jean-Maine, Bertiaux, Grant, etc. En una comunicación con LAM realizada por el autor de este artículo en 1990, recibió el mensaje siguiente:"Escucha la Voz que suena dentro de ti, porque esa es mi Voz. Por eso no tengo oídos, porque yo soy la Voz misma, la Voz Primordial de las que todas las voces y sonidos no son más que aspectos. Yo soy la acción y reacción de A sobre M, la fuerza de L actuando con A sobre M. Mira las claves y sabrás.Yo te hablo dentro de ti y mientras tengas oídos para escuchar y escribas estaré contigo, porque mi forma de expresión es 'manual', es decir, a través del hombre. Mira tu mano porque yo la hice para expresarme en el silencio. Cuando hables a través de tu mano, en silencio, mi Voz se manifestará.Maat, Nu, Al, todo está en estas tres palabras y yo me manifiesto a través de ellas: MA NU AL.Yo no doy imágenes a tu visión, sólo doy palabras a tu mano, porque hablo en silencio.La expresión corporal es mi Voz. Yo me manifiesto en el cuerpo porque yo soy el cuerpo. Toda la fuerza que hay dentro de ti es mi fuerza. Desde los albores de la creación esta fuerza no se ha detenido nunca y está ahora escribiendo por tu mano, porque yo soy la fuerza que ha creado el universo y que se encuentra latente y silenciosa dentro del hombre. Solamente espero ser invocada y entonces me manifiesto.Mi poder está oculto tras el velo de la vida y de la muerte. Por eso soy un niño y un viejo, y por eso estoy en la encrucijada que separa los mundos y los planos. Por eso soy el vigilante silencioso que mira el mundo que yo mismo he creado. Porque sólo aquellos que miran a través de mis ojos rasgados pueden ver el mundo tal como es. Sólo el que está dentro de mi, es decir, el que ha recibido la iniciación que le ha permitido penetrar por la puerta de los mundos, es aquel que puede mirar a través de mis ojos.Busca en el Mañongo Mpabio y en el Elegguá, porque yo estoy dentro. La fuerza de Samael es mi vestidura para crear los mundos.Permanece quieto y silencioso y serás como yo."En este mensaje hay muchas connotaciones que se relacionan con "La Voz del Silencio". Las palabras Mañongo Mpabio y Elegguá pertenecen a la tradición criolla afrocubana del Abakuá y de la Santería. El Mañongo Mpabio es en la tradición mágico-religiosa de los Ñáñigos (Abakuá) una olla, cazuela de barro o calabaza que tienen los brujos Nasakó, donde guardan todos sus objetos mágicos más preciados, entre ellos huesos y dientes humanos de sus antepasados, piedras de poder y elementos de su oráculo. Elegguá es un Oricha (dios) del sistema Lucumí de los Yoruba (Santería) que es un auténtico mensajero entre los demás dioses y los hombres, guardián de puertas y caminos y el primer punto de culto y trabajo en dicho sistema para el que quiere acceder a los planos sutiles. Se suele representar físicamente como una cabeza humana realizada en cemento o piedra, cuyos ojos, boca y orejas son caracoles bivalvos, y los santeros la colocan al ladode la puerta de sus casas y cerca del suelo.Pero ninguna revelación es posible hasta que el Espíritu Santo purifique y consagre el cuerpo, habitando en él para siempre. Cuando esto sucede, encuentra allí a los Daemones (expresión que se relaciona de alguna forma con los instintos), que a su contacto quedan transformados en esencias divinas o arquetipos. Ellos son los que actúan sobre el ciclo de la vida y de la muerte en el plano físico, realizando esquemas de eternidad.El sonido o vibración es el gozo pleno de amor que une al iniciado con su propia Esencia y es la Voz de Sophia, de la Sabiduría divina cuando reconoce al Soter o Salvador que viene en su busca.El Nombre de un Adepto es a su forma encarnacional individual lo que la esencia es a la sustancia. El Nombre encierra en sí todo el poder que un iniciado puede desarrollar en sí mismo. El Nombre supremo de un Adepto sólo puede ser conocido por él mismo y no ha de ser comunicado a nadie más. Es a través de ese Nombre divino y secreto por el que puede crear con su magia su propia teurgia. Es por ese Nombre por el que será llamado a la Presencia Divina.Sólo aquellos cuyos Nombres brillan en la Corona Divina, Kether, viven eternamente. La búsqueda de nuestro propio Nombre sagrado es la búsqueda de la Chispa Divina que yace escondida dentro de nosotros mismos, aquella que tiene su propia frecuencia vibratoria particular, su propio tono musical dentro de la "sinfonía" del Logos y que constituye nuestra parcela particular de Luz Eterna. En la medida que el iniciado participe de su propio Nombre será consciente de la vida eterna. Habrá nacido dos veces y será heredero del reino espiritual, donde su Nombre brillará como las estrellas del firmamento.El hombre que llega a tener la conciencia del Uno, vence al tiempo y al espacio, y su frente se corona con la Gloria luminosa que le proporciona ese conocimiento. Entonces sus vehículos sutiles se hacen diferentes porque el Poder está en ellos. Ya nunca más es una conciencia que necesita moverse para conocer, porque ahora es omniconsciencia. Y el iniciado construye un campo de luz a su alrededor al penetrar en él las corrientes espirituales.Este campo de luz sólo puede hacerse con el Sol espiritual, es decir, con las energías espirituales que emanan de nuestro centro más íntimo, donde mora la chispa divina enterrada en nuestra individualidad, y con energías sutiles que se producen en nuestros centros inferiores cuando son despertados adecuadamente.Entonces el iniciado conoce las palabras que representan correctamente cualquier realidad, y a través de dichas palabras de poder, evoca la espiritualidad que irradia cada realidad. Las vibraciones externas e internas de cada cosa son una sola para él, porque puede percibirlas a la vez.Esta es la visión de la Luz en el Vacío, la visión última a la que el iniciado puede acceder, porque entonces tendrá en su conciencia el máximo de luz que puede obtenerse. Sólo después de esta experiencia puede conseguir la paz y la tranquilidad absoluta, el Nirvana de los budistas y el Samadhi de los yoguis.Solamente cuando uno sigue a la luz interior que surge de la consciencia divina, es cuando puede salir de la limitación del mundo de la paradoja y la dialéctica. Es esta luz la que como piedra filosofal ha de romper los muros que nos impiden ver la Verdad del Ser. Pero hay que buscar esta Piedra en la base y en lo más profundo de nuestra existencia personal. Sólo así la Voz de la Sabiduría resonará en nosotros y a través nuestro, esa vibración, auténtico Nombre personal o individual, se expresará hacia las cuatro direcciones del espacio-tiempo y llegará a todos los rincones del cosmos.El adepto se manifiesta entonces glorioso a través del Mandala creado en su Templo. Ha subido la piedra del Conocimiento desde su centro inferior hasta su frente, y allí brilla magnificente, iluminando con su sabiduría el vacío infinito que lo rodea. La vibración que emite a lo largo de las cuatro direcciones es el Nombre mágico de nuestro ser interno, gracias al cual volvemos a encontrar siempre el centro.Porque a pesar de que los ignorantes lo desconocen, el que se acerca al nido de la serpiente con sabiduría, está protegido del inmenso poder que allí se esconde. Sólo aquel que conoce su propio Nombre secreto es capaz de acercarse a este centro de poder y obtener de él fuerza y vigor para sí mismo y no daño y pena. Sólo él podrá robar la sagrada gema a la serpiente negra e iluminar con ella su sendero. Esa luz de la Verdad Única brillará en su frente, en su centro secreto llamado por muchos "Tercer Ojo" y por otros "Arca Sagrada."El Nombre secreto del iniciado según las tradiciones esotéricas desde la más remota antigüedad, es la vibración mántrica que representa la totalidad individual del adepto, la expresión completa de su Sí mismo. Lo que ocurre es que como el desvelar de esta totalidad es progresivo y por etapas a lo largo del proceso de la iniciación, el iniciado se ve obligado a escoger un Nombre secreto o de Luz en cada etapa de dicho proceso. El Nombre secreto final del proceso es un tipo de vibración distinta de los progresivos sucedáneos que uno escoge en cada nueva etapa del desarrollo del conocimiento personal, y por supuesto éste último es innombrable, impronunciable e incomunicable a los demás seres que no han alcanzado dicha etapa final.

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