martes, 30 de junio de 2009

Transmutación


Por Hilde Hellson



















El cascarón es el mundo
Quien quiera nacer tiene que destruir un mundo
El pájaro vuela hacia Dios
El dios se llama Abraxas.
Herman Hesse




Uso esta hermosa frase, que utiliza nuestro foro como firma para iniciar este recorrido que quiero compartir con ustedes Fraters y Sorores, con el pretexto de la entrada del Sol en Escorpio (signo el cual me rige, y por alguna razón, quizá astrológica logra inspirar mis ideas) escribo esto que espero les guste:
Hablando de magia, sobrado es decir como miran algunos ojos ajenos a las personas dedicadas a este sendero, imaginándose una aldea... quizá una cocina llena de menjurjes, quizá un sótano lleno de recipientes y frascos, o un laboratorio clásico albergando a un alquimista. Se que a los Magos no les gusta llamarse Brujos y se también que entre los Altos Magos se oye como algo despectivo, sin embargo muchos llamados Brujos o Shamanes de pueden llamar Altos Magos. Un Nahual por ejemplo que se supone ser un brujo maldito con la capacidad de convertirse en animal y que su mito se extiende por toda mesoamérica.
Así como lo menciona Castaneda en algunos de sus libros, en realidad es la manifestación del alter Ego donde la tesis indica que físicamente el Brujo no cambia, solo cambia la percepción de quien lo mira. A veces el Nahual es confundido con el Tona, que es el ser protector de un individuo que no necesariamente tiene que ser un animal, puede ser una planta o un elemento de la naturaleza.
El Tona significa literalmente calor o energía, pero refiriéndose a la que emana del sol y se encuentra en todo el universo, algo así como la chispa divina, lo que algunas culturas africanas y afro caribeñas llaman Ashé o Aché, el Tona es la energía Etérica que flota en el universo y que no esta limitada a los seres humanos, aquí es donde se puede explicar el animismo, las culturas animistas buscan contactar el Tona o el Ashé de cada cosa para lograr una operación mágica. En la consulta de los oráculos y calendarios sagrados, se buscaban los designios divinos, donde la profesión y la vida del individuo estarán regidas desde ese momento. Se consultaba el Tonalpohualli para saber que emanación divina pertenecía a ese ser o al proyecto a realizar, esto condicionaba la vida de cada individuo. De igual forma se lleva a cabo al consultar el Fa (Dahomey) o el Ifa (Yoruba), al Piye( Zapoteco) y al Tzolkin (Maya),en el Tonalamatl (libro) se llevaba el registro del Tonalpohualli.





En lo personal tengo cierta inclinación por los ritos funerarios y en mi país (México) estos abundan. En una época antigua hacia el nacimiento de quinto sol, los Aztecas herederos de una cultura refinada que fueron los Teotihuacanos (muchas veces confundidos) y de los cuales se sabe desaparecieron mucho tiempo antes de la conquista.










Siguiendo este recorrido mitológico hablare de la llorona, aparentemente traída con la colonización, entre los Nahuatls existían unos seres llamados Cihuateteo o Cihuapipiltin, que eran mujeres divinas, que alcanzaban la divinidad muriendo en el parto del primer hijo. Ayudando al sol a ponerse en el horizonte y recogiéndolo para ponerlo en el este. Se les equiparaba a cualquier guerrero honorable o a aquellos que morían en el sacrificio. Se suponía que ellas descendían a la tierra en la trecena del Tonalpohualli (mayo aprox.)y causaban enfermedades a los niños. Vestían una falda blanca con rayas negras, y tenían su cuerpo completamente pintado de blanco; sus templos se encontraban en las encrucijadas de caminos y se decía que en esta época se les oía lamentar por los caminos de estas tierras.
A Los Manes(espíritus de los difuntos) de la Roma antigua se les ofrendaba vino Leche y miel en las fiestas de Parentalia. Sucede que estos espíritus durante los primeros días del mes de mayo (segundo decanato del signo de Tauro) se encuentran disgustados(como las Cihuateteo) y había que realizar ritos para apaciguarlos, entre estos ritos el Novenarium que se realizaba en todos los entierros y que se conserva aun hoy en el catolicismo.










Coatlicue (traducido como falda de serpientes, vive en el cerro de Coatepec donde nació el dios Huitzilopochtli el que subía a este cerro rejuvenecía y el que lo bajaba envejecía, los antiguos sacerdotes realizaban aquí una caminata ritual de muerte y resurrección) ;Citlalicue o Citlalcuelle (la de la falda de estrellas) encargada del nacimiento de los niños y de los dioses; y Nanahuatzin un personaje que no se ha determinado si es un dios o un ser divino, que al sacrificarse en el fuego se convirtió en Sol. Solo para algunos (esto lo observamos en casi todas las culturas del mundo) que sabían dar el sacrifico, sea el de su propia vida y que eran grandes guerreros estaban reservados los mejores lugares junto a los dioses; es curioso que entre los mayas el muerto que era digno tenia un entierro mientras el hombre común se cremaba. Un guerrero hermoso y valiente era tomado por su propia voluntad para ser educado y participe de ceremonias dedicadas a Tezcatlipoca, cuatro doncellas lo acompañaban para complacerlo durante un mes antes de su muerte, una larga y hermosa procesión culminaba un rito iniciado con su preparación un año antes, escoltado por ocho sacerdotes el guerrero ofrecía su vida al dios. Así en los ritos funerarios así algunos al morir iban con Coatlicue, o Tezcatlipoca otros en el otro lado del mundo iban al Valhalla con Odin dignos guerreros de pelear junto a el en el Ragnarogk, y los que morían por muerte natural entre los Vikingos con Hell, entre los Nahuas al Mictlan con Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacihuatl dioses del inframundo.
También en el voudu al lograr la trascendencia se lograba fundirse con el Jô (espíritu protector determinado en el oráculo Fá). El Jô es el Tona, que puede estar representado por un Dios o un antepasado. En África los Zobops, son los magos dedicados a la muerte, pero a la muerte en su sentido elevado, un espíritu llamado Zaraguin (Zaraigné en Haití) y que a este se le dedica el rito de zombificación. Este espíritu antiguo (se dice que es el primer antepasado) es representado con la Araña, en algunos pueblos tanto Congos como Dahomey se tiene la creencia que el primer ser humano descendió por un hilo de una araña que estaba posada en el cielo. Se dice que para alcanzar el grado de Zobop se tiene que morir y ser un Zombie, para luego convertirse en un Nimbó (resucitado).





El mito de los gemelos Mayas, ancestros divinos Hunahpu e Ixbalanqué, que descienden al inframundo (como Inanna) para vengar la muerte de sus padres, los Xilbaba seres de inframundo les ponen pruebas que después de pasarlas resucitan a sus padres y regresan del inframundo. Así como puedo poner un ejemplo más los Rakasas seres de inframundo que raptan a la esposa de Rama, y después de matarlos asciende al cielo, su esposa en la representación simbólica del Ramayana es su alma.
Tenemos en el Tibet el rito Tchod. Que alude un camino directo que busca la liberación del Ego viendo este como un conjunto de agregados nocivos al espíritu. Tanto en la mitología como en el ritual se sacrifican simbólicamente para dar nacimiento al Sol que nos alumbra, lo que enseña que a través de la muerte de uno mismo o del Ego da pie a la transformación de la fuente de luz y de vida, con su sacrifico los dioses a engendran al sol (Alter-ego) desde su interior. Básicamente este proceso de divide en las tres fases que pasa cualquier espíritu en su proceso de despertar:
Obstrucción de la conciencia, Combate entre la conciencia y el ego; y el Despertar de la conciencia.



Leo engendra a Tauro, Tauro a Acuario, y Acuario a Escorpión así como Escorpio a Leo. Un signo fijo engendra a otro completando el ciclo de vida, así cuando estos signos se acomodaron en cruz alrededor de la tierra(1999) anunciando la llegada de la era del Sexto Sol. Astrológicamente esta expuesto el ciclo de muerte y nacimiento del sol, en los nueve meses que se forma un ser humano.
Así el concepto de la muerte es constante e inexistente. Los ciclos y renacimientos lo constatan y que todo es mera simbología.
La eliminación del ego la ofrenda a la divinidad como muestra de desapego y sacrifico, sin amonestaciones éticas ni morales para modelar el pensamiento humano como se ha visto a través de los siglos, el sacrificio como principio de transmutación de la energía es sus manifestaciones espirituales y/o energéticas.




Si no hay nada por que vivir, busca algo por que morir.
Cuando sea llegada mi hora, moriré; pero moriré como debe morir un hombre que no hace más que devolver lo que se le confió.











Máximas Epicteto

¿De que otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad.






Jorge Luis Borges

Significativas y provechosas transformaciones les deseo a todos compañeros de luz y sombras.





mensaje escrito para el foro goldendawn


el martes 26 de octubre del 2006





Fraternalmente Hilde Hellson

viernes, 12 de junio de 2009

MAGIA AFRICANA

De: TAU -TRIADELTA (Helena Blavatsky)


Antes de que entremos en el tema del arte de lo oculto, tal como es practicado en la costa occidental del África, sería bueno, primero, aclarar el terreno analizando, por un momento, qué queremos significar con el muy abusado término de "magia".

Existen muchas definiciones para esta palabra, y, en tiempos pretéritos, simplemente se la empleó para designar cualquier cosa que “no fuese comprendida por el vulgo". Para nuestro propósito, será suficiente definirla como el conocimiento de determinadas leyes naturales que son no solamente desconocidas sino, también, absolutamente insospechadas para los científicos de Europa y América.


Es un hecho reconocido que ninguna ley de la naturaleza puede ser abrogada, ni siquiera por un breve momento. Así, pues, cuando lo tal nos parece ser el caso - por ejemplo, cuando una ley universalmente conocida, como lo es la de la atracción gravitacional, pareciera que puede ser aniquilada -, deberíamos reconocer el hecho de que podría haber otras leyes, hasta ahora desconocidas por la ciencia occidental, que tienen el poder de sobrepasar y detener, durante el tiempo que sea, la acción de la citada ley.

El conocimiento de estas leyes desconocidas es lo que entendemos con el término de ciencia oculta o magia. Y no hay ni ha habido en ningún período de la historia del mundo otra magia sino esta. Todos los así llamados "milagros" de los tiempos antiguos pueden ser y son reproducidos en nuestros días por los magos, cuando la ocasión lo requiere. Un acto de magia es un hecho puramente científico y no se lo debe confundir con ninguna
clase de prestidigitación o fraude.

Hay muchas escuelas de magia, todas operando y conduciéndose por caminos completamente diferentes. Las principales de estas – en cuyas filosofías se han fundado todas las demás – son la hindú, la tibetana, la egipcia ( incluyendo la árabe ) y la obiyana(1) o vuduísta. Esta última es total y fundamentalmente opuesta a las otras tres por tener sus raíces y basamentos en la nigromancia o “magia negra”, en tanto que aquellas operan ya sea por medios conocidos por los expertos como “magia blanca” o, en otros casos, por la “manipulación psicológica” del espectador. Es decir, un nutrido grupo de ellos puede ser inducido para ver y sentir, todo el tiempo que sea, cualquier cosa hecha de acuerdo con la voluntad del operador que está en total posesión de sus facultades ordinarias. De este modo, es posible que una pareja de fakires ambulantes realicen su presentación en tu propia villa o en el jardín de tu bungalú, erigiendo un pequeño pabellón y pidiéndote que escojas cualquier animal que desees ver emergiendo desde ese lugar. Muchos animales diferentes son nombrados en ronda por los observadores y, en cada caso, el cuadrúpedo deseado, sea este un tigre o un terrier, sale de entre los telones y marcha lentamente hasta desaparecer por los inmediaciones de un rincón adyacente. Bien, esto se hace simplemente por “inducción psicológica”, tal como se hacen todos los otros grandes actos notables de la India: “el truco del canasto”, “el árbol de mango”, el lanzamiento de una cuerda al aire y la ascensión por ella, llevándosela para desaparecer en el lugar, y mil y un otros actos similares que son “familiares como las conversaciones hogareñas” para casi todos los anglo-indios.

La diferencia entre estas escuelas y la de Obeah(2) o vuduísta es muy grande, porque en aquellas lo que hay es un engaño o un deseo de realidad en la representación. El espectador realmente no ve lo que su imaginación ve: Su mente es simplemente impresionada por el operador y el efecto queda realizado. Pero en la magia africana, por el contrario, no habrá impresión: de hecho, el observador realmente ve lo que se está llevando a cabo. La fuerza empleada por los nigrománticos africanos no es la de la acción psicológica sino la de la demonosofía.

Los magos blancos han dominado y empleado, con frecuencia, a los espíritus inferiores, así como han invocado el auxilio de lo poderoso y benéfico para que cumplan sus propósitos. Esto, empero, es un asunto diferente por completo: Los espíritus que son por naturaleza maléficos, se convierten en esclavos del mago, quien los controla y los obliga a realizar sus planes benéficos. El nigromántico o devoto de la magia negra es, por su parte, esclavo del espíritu del mal al cual se ha entregado.

Mientras la filosofía del mago le demanda una vida de la más grande pureza y la práctica de toda virtud, mientras está obligado a someter por completo y tener perfecto control de todos sus deseos y apetitos mentales y físicos, y debe llegar a ser la inteligencia personificada, liberada absolutamente de toda pusilanimidad y debilidad humanas, el nigromántico está obligado a ultrajar y degradar la naturaleza humana en todas las maneras concebibles. El más pequeño de los crímenes a perpetrar, necesario para que él ( o ella ) obtenga el poder procurado, será la del mismo asesinato de la víctima humana, esencial para el sacrificio, de la que se haya provisto. La mente humana difícilmente puede darse cuenta de o imaginar, siquiera, la décima parte de los horrores y atrocidades que, de hecho, son realizados por las mujeres de Obeah(3).

Sin embargo, aunque el precio es espantoso, horripilante, innombrable, el poder es real. No hay posibilidad de engaño en torno a esto. En la costa occidental africana, cada uno de los reyezuelos tiene su "hacedor de lluvia". Está de moda entre los viajeros, y en los negocios de los misioneros, ridiculizar y negar los poderes de estas gentes. Pero los tienen y, en verdad, utilizan el poder para causar tormentas lluviosas, vientos y rayerías. Cuando uno considera que, independiente de lo ignorantes y salvajes que puedan ser, tienen, con todo, una ingente cantidad de inteligencia natural - y su gran ignorancia no les permite creer en nada que no pueda ser demostrado -, ningún "hacedor de lluvias" podría vivir un año a menos que dé reiteradas muestras de sus poderes cuando les son requeridos por el rey. El fracaso significaría, simplemente, la muerte. Y la hipótesis de que ellos únicamente realizan sus conjuraciones cuando el tiempo está a punto de cambiar, es sólo una invención de los misioneros. Los jefes nativos son capaces, como todos los salvajes, de detectar la cercanía de un cambio del tiempo muchas horas antes de que ocurra. ¿Será absolutamente cierto que ellos harían venir al "hacedor de lluvias" para darle, durante doce meses, el ganado que necesiten, además de las esposas y otros lujos, si hubiere el más leve indicio de una lluvia que está por caer?

Recuerdo bien mi primera experiencia con estos hechiceros. Durante semanas y semanas no había caído lluvia aunque era la temporada de los aguaceros. El millo fenecía por falta de agua, el ganado era sacrificado en todas partes; niños y mujeres habían muerto por montones, y entre los guerreros empezaba a suceder lo mismo, al estar convertidos en poco menos que esqueletos. Día tras día, el sol, a semejanza de un globo de brillante cobre, resplandecía intensamente - sin que interviniese ni una nube - sobre la reseca tierra, y toda la naturaleza iba languideciendo en aquel espantoso horno. Súbitamente, el rey ordenó que se batiesen los grandes tambores de guerra y todos los guerreros se reunieron rápidamente. Él les anunció la llegada de dos connotados hacedores de lluvia, quienes de inmediato deberían proceder con el fin de aliviar el sufrimiento prevaleciente. El más anciano de los dos era un desmirriado hombrecito patizambo de espesos rizos cortos que habrían sido blancos de no haber estado mezclados con grasa, mugre y plumas. El segundo no era sino un hermoso espécimen de la raza susu (4), pero de expresión muy siniestra. Un gran círculo de pequeños negros, que habían llegado – por no se sabía cuál razón – armados hasta los dientes, estando el rey en el centro y los hacedores de lluvia ante él, iniciaron sus encantamientos. El cenit y el horizonte eran ansiosamente examinados de vez en cuando, pero no había aparecido ningún vestigio de nubes. De repente, el hombre más anciano, convulsionado, aparentemente epiléptico, rodó por el suelo, y su compañero saltó a sus pies señalando con ambas manos el cobrizo cielo. Todos los ojos siguieron su gesto y miraron el punto hacia el cual sus manos señalaban, pero no había nada visible. Inmóvil como una pétrea estatua permaneció con la mirada pegada al cielo. En el término de un minuto, una obscura sombra era observable en el tinte cobrizo; en el siguiente minuto fue haciéndose más y más obscura, y en unos cuantos segundo más se convirtió en una nube negra que muy pronto se desplegó por los cielos. Súbitamente, se vio un vívido destello, y el diluvio que cayó desde la nube, la que ahora estaba cubriendo por completo las alturas, fue algo que no se olvidaría jamás. Durante dos días con sus noches estuvo derramándose aquel torrente y parecía que iba a arramblar todo lo que hubiese en tierra.





Luego de que el rey se despidiese de los hacedores de lluvia y que ellos pusiesen en resguardo el ganado y los regalos, entré a la choza donde estaban alojados y pasé la noche con ellos analizando el arte mágico. La choza era de aproximadamente catorce pies de diámetro, estaba fuertemente construida con postes clavados con firmeza en el suelo y tenía por techo una robusta cubierta cónica de paja. Finalmente, los persuadí de que me diesen uno o dos ejemplos de su conocimiento. Ellos empezaron a cantar o, mejor dicho, a murmurar una larga invocación. Después de unos cuantos minutos, el hombre más joven pareció elevarse por el aire a unos tres pies de la tierra, permaneciendo allí suspendido, más o menos flotando. En la choza había una luz brillante que salía del fogón que estaba en el centro, de modo que el más pequeño detalle podía observarse con claridad. Me levanté y fui a examinar al hombre que estaba en el aire y no cupo duda acerca de su levitación. Entonces él flotó acercándose a la pared y la atravesó para salir afuera. Eché a correr hacia la puerta de entrada que estaba al otro lado de la choza y lo busqué por el contorno. Vi una figura luminosa que semejaba a un hombre embadurnado con aceite fosforescente, y jubiloso busqué, de inmediato, refugio de los torrentes de lluvia. Cuando retorné a la choza, sólo se encontraba presente el anciano. Examiné con cuidado los maderos, pero no había ninguna abertura. El anciano continuó con su canto y al siguiente momento reapareció su compañero flotando en el aire. Él se sentó en el suelo y observé su negra piel reluciente por la lluvia. Los escasos andrajos que vestía estaban tan húmedos como si se hubiesen empapado en un río.

La siguiente proeza fue realizada por el anciano y consistió en muchas desapariciones y reapariciones instantáneas. El punto curioso en cuanto a esto es que las ropas del anciano llegaron a gotear por la humedad.

De seguido hubo una exhibición muy interesante. Por órdenes del anciano nos distribuimos alrededor del fuego en los tres puntos de un triángulo imaginario. Con ritmo y con sus cantos, los hombres movían las manos sobre el fuego cuando docenas de tic-polongas, la serpiente más mortífera del África, reptando con lentitud, comenzaron a salir desde las quemantes ascuas y se entrelazaron, alrededor del fuego, rodando en una loca danza sobre sus colas mientras siseaban sin cesar. A la orden de ellos todas saltaron hacia el fuego y desaparecieron. El hombre joven vino hacia mis inmediaciones y, arrodillándose, abrió su boca, desde la cual, rápidamente, salió la cabeza de una tic-polonga. Con prontitud la agarró y, desde la garganta, sacó una serpiente de unos tres pies de largo que, igualmente, fue lanzada hacia el fuego. En forma veloz y sucesiva retiró de su garganta siete serpientes y les dio a todas el mismo quemante fin.

Pero yo deseaba conocer lo que ellos podían realizar en la senda de la evocación de los espíritus. En esta ocasión, el encantamiento había demorado cerca de veinte minutos cuando, surgiendo lentamente del fuego, apareció una figura humana, un hombre de mucha edad, un hombre muy blanco, pero totalmente desnudo. Le hice muchas preguntas, pero se obstinó en no responder. Me levanté y caminé alrededor del fuegoy observé, especialmente, una lívida cicatriz en su espalda. Yo no podría dar una explicación satisfactoria de quién era, pero ellos parecieron muy asustados por su causa, y es que, en verdad – por los comentarios que se intercambiaron -, habían esperado ver a un hombre negro.

Tras la aparición de este hombre blanco, yo no podría persuadirlos de que esa noche intentasen alguna cosa más, aunque en la siguiente noche no tuve ninguna dificultad con ellos. Una proeza bastante impresionante que realizaron en la siguiente ocasión fue la antigua costumbre de los sacerdotes de Baal. Iniciando un lúgubre canto, ellos empezaron a circular lentamente alrededor del fuego ( que, se ha dicho, es una parte esencial del procedimiento ), manteniendo cierta cantidad de ritmo en sus movimientos y cadencias. De pronto, el movimiento se hizo más y más rápido hasta que se pusieron a girar alrededor como en los derviches danzantes. Hubo dos tipos diferentes de movimientos: Durante todo el tiempo que estuvieron girando alrededor del círculo, iban rotando velozmente sobre sus propios ejes. Con la rapidez de sus evoluciones, sus voces se iban elevando más y más alto hasta que el griterío fue terrífico.Entonces, con un movimiento simultáneo, cada quien empezó a hacerse cortaduras en su cuerpo desnudo, sobre sus brazos, pecho y muslos, hasta convertirse en un río de sangre cubierto con heridas profundas. Luego, el anciano detuvo su errático curso, y sentándose en el suelo se quedó fijamente mirando, con aparente ansiedad, al más joven, quien continuó el frenético ejercicio hasta que su naturaleza quedó exhausta y no aguantó más, cayendo al suelo jadeante e impotente. El anciano tomó los cuchillos y untó las hojas con un poco de una maligna grasa maloliente de calabaza y de inmediato pasó por todo el cuerpo de aquél la hoja del cuchillo con la que se había hecho las heridas, y con las palmas de las manos embarradas de ungüento, concluyó la operación frotándole vigorosamente el cuerpo.

En unos cuantos minutos, el hombre joven se puso de pie, sin que en su piel de ébano hubiese ni la más leve señal de herida o cicatriz. Después, él habría de hacer los mismos oficios y con el mismo resultado en el anciano. Diez minutos más tarde, ambos estaban acostados en sus esteras en un dulce y apacible sueño. En esta representación hubo muchas invocaciones, gestos, el fuego circular y otras cosas que me satisficieron en alguna medida, en todos los eventos, de los procesos mágicos del África occidental que han sido manejados desde los tiempos cuando Baal era el dios verdadero y poderoso en la tierra.


Lucifer, noviembre, 1890


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Notas del traductor

(1)Se refiere al culto del dios serpiente Obeah, ampliamente extendido en las antiguas colonias del Imperio Británico en las Indias Occidentales. La verdad es que hay algunas diferencias de fondo y forma entre las prácticas vuduístas y el culto a Obeah.

(2)Obeeyah, en el original.

(3)Ídem a (2).

(4) , en el original. La escritura en inglés mejor admitida es susu, que se puede transcribir igual en castellano, para no confundirla con soosoo, nombre dado a un delfín del Ganges. Además, entre una y otra hay una ligera diferencia de pronunciación. Los susu son una etnia de poco menos de un millón de personas que vive, principalmente, entre Guinea, Sierra Leona y Sudán.

¿ES EGOÍSTA EL DESEO DE VIVIR?

H. P. Blavatsky
The Theosophist, julio 1884.

En un artículo publicado en Abril 1882 en esta misma revista, bajo el nombre El Elixir de Vida, se encuentra una frase que dice “Vivir, vivir, Vivir, debe ser una indesviable determinación”. Esta frase es citada a menudo por lectores superficiales que no simpatizan con la S. T., como un argumento de que las enseñanzas del ocultismo son la forma más concentrada de egoísmo. Para determinar si esa crítica es correcta o no, hay que asegurarse primero sobre el significado de la palabra egoísmo.
Conforme a autoridades reconocidas, egoísmo es aquella “consideración exclusiva al interés o felicidad de uno mismo; aquel supremo amor o preferencia por sí mismo, que lleva a la persona a dirigir todos sus propósitos al adelanto de su propio interés, poder, o felicidad, sin considerar los de los demás.”
En resumen, un individuo absolutamente egoísta es el que solo se cuida de sí mismo y de nadie más, o, en otras palabras, el que está tan fuertemente imbuido de un sentido de la importancia de su propia personalidad que eso es para él la cima de sus pensamientos, deseo y aspiraciones, más allá de la cual todo es un complejo vacío.
¿Puede decirse, pues, que un ocultista es “egoísta” cuando desea vivir en el sentido que le da a este verbo quien escribió el artículo sobre El Elixir de Vida? Se ha dicho muchísimas veces que la finalidad suprema de todo aspirante al conocimiento oculto es el Nirvana, cuando el individuo, libertado de toda envoltura mayávica se unifica con el Alma Suprema, o sea cuando, según la terminología cristiana, el Hijo se identifica con el Padre. Para ese propósito ha de rasgar todo el velo de ilusión que crea un sentido de aislamiento personal, un sentimiento de estar separado del TODO. O, en otras palabras, el aspirante debe descartar gradualmente todo sentido del egoísmo que a todos nos inficiona más o menos.
El estudio de la Ley de Evolución Cósmica nos enseña que cuanto más alta sea la evolución, más tiende hacia la unidad. En efecto, la Unidad es el objetivo supremo de la Naturaleza, y quienes por vanidad y egoísmo van contra sus propósitos no pueden dejar de incurrir en el castigo de la aniquilación total.
El Ocultista reconoce así que el altruismo y el sentimiento de filantropía universal constituyen la ley de nuestra existencia, y se dedica a intentar destruir las cadenas de egoísmo con que Maya nos ata a todos. La lucha, entonces, entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás, entre Ángeles y Demonios, que se menciona en los libros sagrados de todas las naciones y razas, simboliza la batalla entre los impulsos altruistas y los egoístas, la cual tiene lugar en el hombre que trata de seguir los propósitos más altos de la Naturaleza, hasta que las tendencias inferiores, creadas por el egoísmo, quedan completamente vencidas, y el enemigo totalmente derrotado y aniquilado.
Con frecuencia se ha dicho en varias obras teosóficas y otros escritos ocultos, que la única diferencia entre un hombre ordinario que trabaja naturalmente durante el curso de la evolución cósmica, y un ocultista, es que el ocultista, por su conocimiento superior, adopta ciertos métodos de adiestramiento y disciplina que aceleran ese proceso de evolución, y así alcanza en un tiempo comparativamente corto aquella cima que a un individuo corriente le puede tomar quizá billones de años. En unos pocos miles e años se acerca a aquella forma de evolución que la humanidad corriente alcanzará tal vez en la sexta o séptima ronda de progresión cíclica.
Es evidente que el hombre medio no puede convertirse en un Mahatma en una sola vida o encarnación. Y quienes hayan estudiado las enseñanzas ocultas referentes al Devachán y estados post-morten, recordarán que entre dos encarnaciones hay un período considerable de existencia subjetiva. Cuanto más largo sea el número de tales períodos Devachánicos, mayor será la extensión de esta evolución. La aspiración principal del ocultista es por tanto controlarse de tal modo que sea capaz de regular sus estados futuros, y así acortar gradualmente la duración de sus estados Devachánicos entre dos encarnaciones.
En su progreso, llega un tiempo ñeque entre una muerte física y su siguiente renacer, no hay ningún Devachán sino una especie de ensueño espiritual; el choque de la muerte, por decirlo así, lo aturde en un estado de inconsciencia del cual se recupera gradualmente para encontrarse renacido y continuar su carrera. el período de este sueño puede variar desde 25 hasta 200 años, según el grado de su adelanto. Pero hasta de este período puede decirse que es un tiempo desperdiciado, y por tanto dedicará todos sus esfuerzos a acortar su duración, de modo de llegar gradualmente a un punto en que el paso de un estado de existencia a otro sea casi imperceptible. Esta viene a ser como su última encarnación, pues el choque de la muerte no vuelve a aturdirlo. Esta es la idea que el autor de El Elixir de Vida trata de transmitir cuando dice: “Lo que él ha hecho es extender a un número de años el suave proceso de disolución que otros soportan, desde un breve momento hasta unas pocas horas. El Adepto más elevado está muerto para el mundo y está absolutamente inconsciente de él; indiferente a sus placeres, despreocupado de sus miserias en cuanto a sentimentalismos; aunque el severo sentido del deber no le enceguece jamás a la existencia del dolor...”
Ese Adepto se libera gradualmente de todas las partículas viejas y densas de su cuerpo, por el proceso de emisión de átomos que ha sido discutido en ese artículo y en otros escritos, y va sustituyéndolos por otros más finos y etéreos, hasta que el cuerpo denso está completamente muerto y desintegrado y él vive en un cuerpo enteramente de su propia creación adecuado a su trabajo. Este cuerpo es esencial para sus propósitos, pues como dice ese artículo:
“Para hacer el bien, lo mismo que para todo, el hombre debe disponer de tiempo y materiales con que trabajar. Estos son medios necesarios con los cuales hacer infinitamente más bien que sin ellos. Al que adquiere estos poderes, se le presentarán oportunidades de usarlos...”
Más adelante , al dar instrucciones prácticas para ese propósito, el mismo artículo dice:
“El hombre físico debe hacerse más etéreo y sensitivo; el hombre mental más penetrante y profundo; el hombre moral más abnegado y filosófico.”
Estas importantes consideraciones las pierden de vista los que sonsacan del contexto el siguiente pasaje del mismo artículo:
“...podrá verse cuán necio es que la gente le pida a los Teósofos que “les procuren comunicaciones con los Adeptos más elevados”. Es sumamente difícil inducir a uno o dos de ellos a perjudicar su propio progreso interviniendo en los asuntos mundanos, incluso con los clamores de todo el mundo. El lector ordinario dirá: “Eso es Divino, eso es el colmo del egoísmo”. Pero dése cuenta de que un Adepto muy elevado que ha emprendido la tarea de reformar el mundo, tendría necesariamente que someterse una vez más a la reencarnación. ¿y el resultado de todo lo que ha conseguido antes en esa dirección, es suficientemente alentador para incitarlo a un nuevo intento?”
Los lectores y pensadores superficiales que condenan este pasaje como inculcador de egoísmo, pierden de vista varias consideraciones importantes. En primer lugar, olvidan los otros pasajes ya citados que imponen la abnegación como una condición necesaria para triunfar, y que dicen que con el progreso se adquieren nuevos sentidos y poderes con los cuales puede hacerse infinitamente más bien que sin ellos. Cuanto más espiritual se hace el Adepto, menos puede inmiscuirse en los asuntos mundanos ordinarios, y más tiene que dedicarse al trabajo espiritual.
Innumerables veces se ha repetido que el trabajo en un plano espiritual es tan superior al trabajo en el plano intelectual, como el trabajo intelectual es superior al que se hace en el plano físico. Los Adeptos muy elevados, por tanto, sí ayudan a la humanidad, pero sólo espiritualmente; están constitucionalmente impedidos para interferir en los asuntos mundanos. Pero esto se aplica solamente a Adeptos muy elevados. Existen diversos grados de Adeptado, y los de cada grado trabajan por la humanidad en los planos a los que se han elevado. Sólo los chelas pueden vivir en el mundo, hasta que se eleven a cierto grado. Y es precisamente porque los Adeptos se interesan por el mundo, que hacen que sus chelas vivan y trabajen en él, como lo saben muchos de los que han estudiado este tema.
Cada ciclo produce sus propios ocultistas que serán capaces de trabajar por la humanidad de su época en todos los diferentes planos. Pero cuando los Adeptos prevén que en cierto período determinado la humanidad de entonces será capaz de producir ocultistas para trabajar en planos particulares, se aprestan para semejantes ocasiones, bien sea renunciando voluntariamente a su propio progreso y esperándose en esos grados hasta que la humanidad llegue a ese período, o rehusándose a entrar en Nirvana y sometiéndose a reencarnar con tiempo para alcanzar esos grados cuando la humanidad requiera su asistencia en esa etapa.
Y aunque el mundo no sea consciente del hecho, existen ahora mismo ciertos Adeptos que han preferido permanecer status quo y rehusar tomar los grados superiores, en beneficio de las futuras generaciones de la humanidad. En resumen, como los Adeptos trabajan en armonía, puesto que la unidad es la ley fundamental de su existencia, han hecho, como si dijéramos, una división del trabajo, conforme a la cual uno de ellos trabaja en el plano y en el tiempo que se le ha asignado, en pro de la elevación espiritual de todos nosotros. Y el proceso de longevidad mencionado en El Elixir de Vida es solamente un medio para un fin que, lejos de ser egoísta, es el propósito más altruista al cual un ser humano puede consagrarse.

miércoles, 10 de junio de 2009

EL AUTOCONOCIMIENTO


(Self-Knowledge, Lucifer, oct. 1887)

H.P. Blavatsky

Lo primero que se necesita para obtener autoconocimiento, es llegar a estar profundamente consciente de la ignorancia, el sentir en cada fibra del corazón que uno se engaña incesantemente a sí mismo.

El segundo requisito es la convicción aún más profunda que tal conocimiento –el conocimiento intuitivo y cierto– puede obtenerse con esfuerzo.

El tercero y más importante es una determinación indomable para obtener y encarar ese conocimiento.

Ese tipo de conocimiento de sí no puede alcanzarse por lo que los hombres llaman ordinariamente “autoanálisis”. No se logra por razonamiento o por ningún proceso cerebral; ya que es el despertar a la conciencia de la naturaleza Divina del hombre. El obtener este conocimiento es un logro más grande que el de regir los elementos o conocer el futuro.