Fuente no citada
Durante el sueño parece que se nos abran otros mundos. Con frecuencia, nuestros
sueños nos transportan a tiempos y lugares remotos; nos encontramos a nosotros
mismos entre personas y cosas que nos son familiares, aunque extrañamente
transfiguradas. Hacemos cosas que nos resultarían imposibles estando despiertos,
o nos encontramos paralizados e incapaces de realizar la más simple de las
acciones. A veces tenemos la sensación de poseer un conocimiento profundo que
daría sentido a toda nuestra vida, conocimiento que olvidamos al despertar o que
nos parece incoherente. Y quizás, a veces, los sueños nos proporcionan un
conocimiento real, una visión de un futuro que acontecerá en realidad.
La naturaleza de los sueños ha desconcertado a la humanidad civilizada desde los
primeros tiempos. Alrededor de los sueños se han desarrollado innumerables
creencias y cultos. Esto no debe sorprendernos, ya que actualmente ninguna
teoría del sueño y de los sueños es aceptada universalmente.
Las antiguas creencias acerca de los sueños se basaban en la idea de que
predecían sucesos futuros, y se inventaron métodos complicados para su
interpretació n. Uno de los más antiguos manuscritos que se conservan, un papiro
egipcio de 4.000 años de antigüedad, está dedicado al complejo arte de la
interpretació n de los sueños.
Un sueño del faraón Tutmés IV, hacia 1450 a.C., se consideró lo bastante
importante como para ser grabado en una lápida que fue erigida frente a la Gran
Esfinge de Gizeh. Cuenta cómo, cuando era todavía príncipe, Tutmés soñó durante
la siesta que el dios Hormakhu le hablaba, diciéndole: "La arena del paraje en
el que transcurre mi existencia me ha cubierto. Prométeme que tú harás lo que
desea mi corazón; entonces sabré que tú eres mi hijo, que tú eres mi
salvador..." Cuando fue faraón, Tutmés retiró la arena que cubría la Esfinge
sagrada en honor de Hormakhu, y su reinado fue largo y fructífero, tal como el
dios le había prometido en el sueño.
viernes, 15 de julio de 2011
miércoles, 6 de julio de 2011
Sueños proféticos
Estos sueños, como indica Dickens, son muy detallados, o bien presentan alguna
cualidad especial que les es propia. El doctor Walter Franklin Prince, clérigo e
historiador americano, y brillante investigador psíquico, contaba que en el
transcurso de su vida tuvo cuatro sueños que, comparados con el resto, son "como
la noche al día". Las imágenes en estos sueños eran extraordinariamente reales,
y las emociones que producían, intensas. Este es el relato de uno de sus sueños:
Estaba mirando un tren cuya cola salía de un túnel. De pronto, para mi horror,
otro tren se arrojó sobre él. Vi arrugarse y amontonarse los vagones, y de entre
la masa de restos salían los gritos agudos y agonizantes de los heridos... Luego
lo que parecían ser nubes de vapor o humo se incendiaron y los gritos de agonía
aumentaron. En este instante mi esposa me despertó, preocupada por mis gritos
angustiados.
A la mañana siguiente ocurría en Nueva York, a 125 km. de distancia, una
catástrofe ferroviaria. Cuando el doctor Brice leyó las crónicas de los
periódicos quedó sorprendido por la similitud de muchos detalles: los trenes
colisionaron a la entrada de un túnel, los conductos de vapor reventaron y se
produjo un incendio, etcétera.
John W. Dunne, ingeniero aeronáutico británico, estaba intrigado por sus propios
sueños que, con frecuencia, parecían predecir acontecimientos futuros. En su
libro An experiment with time (Experimento con el tiempo, 1927) describió
meticulosamente algunos de ellos. El siguiente, ocurrido en otoño de 1913, es un
ejemplo típico:
La escena era un terraplén con una vía de ferrocarril. Supe entonces que el
lugar se encontraba al norte del puente de FirthForth, en Escocia. Al pie del
terraplén había una senda, por la que la gente paseaba en pequeños grupos. La
escena se repitió algunas veces, pero en la última vi que un tren que iba en
dirección norte había caído por el terraplén. Vi varios vagones cayendo y
bloques de piedra rodando.
Trató de fijar la fecha, pero todo lo que pudo conseguir fue localizarla en la
primavera siguiente (a mediados de abril).
El 14 de abril de 1914 el tren-correo "El escocés volador" saltó el parapeto
cerca de la estación de Burntisland, 24 kilómetros al norte del puente Forth,
cayendo sobre el campo de golf desde 6 metros de altura.
Recientemente se han instalado en diversos lugares del mundo oficinas para
recoger las premoniciones del público, en un intento de contrarrestar la opinión
de que estos relatos sólo se conocen después de que los hechos hayan ocurrido.
La Oficina de premoniciones de Toronto, recibió el siguiente relato de una
premonición que, como muchas otras, tiene su origen en un sueño.
La señora Zmenak soñó que recibía una llamada de la policía. Le dijeron que su
marido llegaría a casa algo más tarde porque se había producido una muerte;
luego vio un cuerpo sin piernas. Al despertar estaba segura de que su esposo no
iba a morir, pero si de que alguien moriría si él salía de casa al día
siguiente. El esposo desestimó la advertencia.
De regreso a casa, el coche del señor Zmenak sufrió una avería y se detuvo.
Mientras él iba a telefonear, un coche de la policía se detuvo para comprobar lo
que hacía, y también se detuvo otro coche al otro lado de la calzada. Su
conductor se había perdido y cruzó la carretera para informarse. El policía le
indicó la ruta, pero cuando regresaba a su coche fue atropellado y murió en el
acto. Sus piernas quedaron como separadas del cuerpo.
Cuando un sueño profético coincide con la realidad de una forma tan exacta, se
diría que durante el sueño las barreras del tiempo y del espacio se pueden
saltar. Como todos dormimos y soñamos, todos tenemos la posibilidad de traspasar
esas barreras en alguna ocasión.
cualidad especial que les es propia. El doctor Walter Franklin Prince, clérigo e
historiador americano, y brillante investigador psíquico, contaba que en el
transcurso de su vida tuvo cuatro sueños que, comparados con el resto, son "como
la noche al día". Las imágenes en estos sueños eran extraordinariamente reales,
y las emociones que producían, intensas. Este es el relato de uno de sus sueños:
Estaba mirando un tren cuya cola salía de un túnel. De pronto, para mi horror,
otro tren se arrojó sobre él. Vi arrugarse y amontonarse los vagones, y de entre
la masa de restos salían los gritos agudos y agonizantes de los heridos... Luego
lo que parecían ser nubes de vapor o humo se incendiaron y los gritos de agonía
aumentaron. En este instante mi esposa me despertó, preocupada por mis gritos
angustiados.
A la mañana siguiente ocurría en Nueva York, a 125 km. de distancia, una
catástrofe ferroviaria. Cuando el doctor Brice leyó las crónicas de los
periódicos quedó sorprendido por la similitud de muchos detalles: los trenes
colisionaron a la entrada de un túnel, los conductos de vapor reventaron y se
produjo un incendio, etcétera.
John W. Dunne, ingeniero aeronáutico británico, estaba intrigado por sus propios
sueños que, con frecuencia, parecían predecir acontecimientos futuros. En su
libro An experiment with time (Experimento con el tiempo, 1927) describió
meticulosamente algunos de ellos. El siguiente, ocurrido en otoño de 1913, es un
ejemplo típico:
La escena era un terraplén con una vía de ferrocarril. Supe entonces que el
lugar se encontraba al norte del puente de FirthForth, en Escocia. Al pie del
terraplén había una senda, por la que la gente paseaba en pequeños grupos. La
escena se repitió algunas veces, pero en la última vi que un tren que iba en
dirección norte había caído por el terraplén. Vi varios vagones cayendo y
bloques de piedra rodando.
Trató de fijar la fecha, pero todo lo que pudo conseguir fue localizarla en la
primavera siguiente (a mediados de abril).
El 14 de abril de 1914 el tren-correo "El escocés volador" saltó el parapeto
cerca de la estación de Burntisland, 24 kilómetros al norte del puente Forth,
cayendo sobre el campo de golf desde 6 metros de altura.
Recientemente se han instalado en diversos lugares del mundo oficinas para
recoger las premoniciones del público, en un intento de contrarrestar la opinión
de que estos relatos sólo se conocen después de que los hechos hayan ocurrido.
La Oficina de premoniciones de Toronto, recibió el siguiente relato de una
premonición que, como muchas otras, tiene su origen en un sueño.
La señora Zmenak soñó que recibía una llamada de la policía. Le dijeron que su
marido llegaría a casa algo más tarde porque se había producido una muerte;
luego vio un cuerpo sin piernas. Al despertar estaba segura de que su esposo no
iba a morir, pero si de que alguien moriría si él salía de casa al día
siguiente. El esposo desestimó la advertencia.
De regreso a casa, el coche del señor Zmenak sufrió una avería y se detuvo.
Mientras él iba a telefonear, un coche de la policía se detuvo para comprobar lo
que hacía, y también se detuvo otro coche al otro lado de la calzada. Su
conductor se había perdido y cruzó la carretera para informarse. El policía le
indicó la ruta, pero cuando regresaba a su coche fue atropellado y murió en el
acto. Sus piernas quedaron como separadas del cuerpo.
Cuando un sueño profético coincide con la realidad de una forma tan exacta, se
diría que durante el sueño las barreras del tiempo y del espacio se pueden
saltar. Como todos dormimos y soñamos, todos tenemos la posibilidad de traspasar
esas barreras en alguna ocasión.
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