La dimension de la espiritualidad
Las leyes de la vida
Hermanos y hermanas, me gustaría abordar el tema de los valores espirituales con la definición
de dos valores de espiritualidad.
Para empezar, permitidme decir que como seres humanos nuestro objetivo básico es el de disfrutar
de una vida feliz; todos queremos experimentar la felicidad. Es algo natural para nosotros
buscarla. Éste es el propósito de nuestra vida. La razón de ello es bastante obvia: cuando perdemos
la esperanza, el resultado es que nos deprimimos y hasta es posible que nos volvamos suicidas.
Nuestra propia existencia está, pues, fuertemente arraigada en la esperanza. Si bien no existe
ninguna garantía de lo que nos va a traer el futuro, porque somos capaces de continuar viviendo,
tenemos esperanza. Por tanto, podemos afirmar que el propósito de nuestra vida, el objetivo de
nuestra vida, es la felicidad. Los seres humanos no son producto de las máquinas.
Somos más que simple materia; nosotros sentimos y experimentamos. Por ello, e
l bienestar material por sí solo no basta. Necesitamos algo más profundo,
aquello que normalmente defino como afecto humano o compasión.
Con el afecto humano, o compasión, todas las ventajas materiales que tenemos a nuestra
disposición pueden ser muy constructivas y producir resultados positivos. No
obstante, sin él, las ventajas materiales por sí solas no conseguirán satisfacernos
ni tampoco aportarnos ningún grado de paz mental
o felicidad. De hecho, las
ventajas materiales sin el afecto pueden incluso crear problemas adicionales.
En consecuencia, podemos afirmar que el afecto o compasión es la clave para la felicidad humana.
EL PRIMER NIVEL DE ESPIRITUALIDAD:
LAS RELIGIONES DEL MUNDO Y SU VALOR PARA LA HUMANIDAD
El primer nivel de espiritualidad para los seres humanos de cualquier lugar del mundo es la fe
en una de las muchas religiones que existen. En mi opinión, cada una de las principales
religiones mundiales cumple una importante función; pero para que éstas contribuyan
eficazmente en beneficio de la humanidad, desde el aspecto religioso, existen dos
factores importantes a tener en cuenta. El primero de ellos es que los practicantes
a título individual de todas estas religiones, es decir, nosotros mismos,
debemos practicarlas de forma sincera.
Las enseñanzas religiosas deben ser parte integral de nuestras vidas; no han de estar
desligadas de esa práctica. A veces, entramos en una iglesia o un templo y recitamos
oraciones o quizá generamos algún tipo de sentimiento espiritual, pero en cuanto salimos a
la calle, esta sensación religiosa desaparece totalmente. Ésta no es la forma correcta de
practicar. El mensaje religioso debe permanecer con nosotros dondequiera que estemos.
Las enseñanzas de nuestra religión tienen que estar presentes en nuestras vidas de tal forma
que, cuando realmente necesitemos o pidamos bendiciones o fuerza interior, estas
enseñanzas estén ahí incluso en esos momentos; estarán ahí cuando experimentemos
dificultades porque estarán constantemente presentes. La religión sólo puede ser
realmente eficaz cuando se ha convertido en parte integral de nuestras vidas.
Necesitamos, asimismo, experimentar con mayor profundidad los significados y valores
espirituales de nuestra propia tradición religiosa, necesitamos conocer estas enseñanzas
no solamente a nivel intelectual, sino también a través de nuestra propia experiencia
más profunda. A veces comprendemos diferentes ideas religiosas en un plano demasiado
superficial o intelectual. Sin un sentimiento más profundo, la eficacia de la religión
queda limitada. Así pues, debemos practicar de forma sincera, y la religión
ha de convertirse en parte de nuestras vidas.
LA IMPORTANCIA DE UNA RELACIÓN ESTRECHA ENTRE LAS RELIGIONES
El segundo factor está más relacionado con la interacción entre las diferentes religiones del
mundo. En la actualidad, debido al ascenso del cambio tecnológico y a la economía
mundial, nos hallamos en una situación en la que jamás habíamos dependido tanto unos de otros.
Entre los diferentes países y continentes, se ha establecido una relación mucho más estrecha.
De hecho, la supervivencia de una región del mundo depende de la de las otras. En consecuencia,
el mundo ha establecido unos lazos mucho más estrechos, es más interdependiente y
existe más interacción humana. En tales circunstancias, la idea de pluralismo entre las
religiones mundiales es de suma importancia. En épocas pasadas, cuando se vivía en comunidades
alejadas unas de otras y las religiones surgían en relativo aislamiento, la idea de que solamente
existía una religión resultaba muy útil. Pero ahora la situación ha cambiado, y las circunstancias
son totalmente diferentes. Aceptar el hecho de que existen diferentes religiones es de
esencial importancia, y para desarrollar un respeto mutuo genuino entre ellas, es
imprescindible establecer un contacto cercano entre las diferentes religiones.
Éste es el segundo factor que hará que las religiones mundiales sean efectivas a la hora
de ejercer un efecto benéfico para toda la humanidad. Cuando estaba en el Tíbet, no tenía
ningún contacto con personas de otras religiones, por ello mi actitud hacia ellas no era muy
positiva. Pero una vez tuve la oportunidad de conocer a personas de otras creencias y
aprender a partir del contacto personal y la experiencia, mi actitud hacia las demás religiones
cambió. Me di cuenta de lo útiles que son para la humanidad, y del potencial que cada una de ellas tiene
para contribuir a un mundo mejor. A lo largo de varios siglos, las religiones han aportado elementos
maravillosos para una evolución mejor de los seres humanos e incluso hoy en día existe gran número
de seguidores del cristianismo, del islam, del judaísmo, del budismo, etcétera. Millones de personas
se están beneficiando de todas estas religiones. Para dar un ejemplo del valor que tiene conocer
a personas de diferentes creencias, mis encuentros con el fallecido Thomas Merton hicieron
que me diera cuenta de lo maravilloso y valioso que era como persona.
En otra ocasión, tuve la oportunidad de conocer a un monje católico en Montserrat, uno de
los famosos monasterios de España. Me habían dicho que este monje había vivido durante
varios años como ermitaño en una colina justo detrás de la abadía. Cuando visité el
monasterio, descendió de su ermita expresamente para conocerme. Dio la casualidad de
que su inglés era aún peor que el mío y esto me animó más para hablar con él. Nos
quedamos frente a frente y le pregunté: «En todos estos años, ¿qué has estado haciendo
en esa colina?». Me miró y contestó: «Meditación en la compasión, en el amor». Cuando
pronunció estas pocas palabras comprendí el mensaje a través de sus ojos. Desarrollé,
verdaderamen te, una sincera admiración hacia aquella persona y hacia otros como él.
Este tipo de experiencias me ha ayudado a confirmar en mi mente que todas las religiones
mundiales poseen el potencial para generar bondad en las personas, independientemente
de sus diferencias en filosofía y doctrina. Cada tradición religiosa
tiene su propio mensaje maravilloso que transmitir.
Por ejemplo, desde el punto de vista del budismo, el concepto de un creador es ilógico; debido
a la manera en que el budismo analiza la causalidad, resulta un concepto difícil de comprender
para los budistas. No obstante, no cabe ahora profundizar en cuestiones filosóficas. El
punto importante aquí es que para las personas que siguen enseñanzas en las
que la creencia básica reside en un creador, este enfoque resulta muy eficaz.
Según esas tradiciones, el ser humano es creado por Dios. Además, por lo que recientemente
he aprendido de mis amigos cristianos, no aceptan la teoría del renacimiento, por lo cual
tampoco aceptan las vidas pasadas o futuras. Aceptan solamente esta vida. Sin embargo,
sostienen que esta misma vida está creada por Dios, por el creador, y esta idea genera en
ellos un sentimiento de intimidad con él. Su enseñanza más importante es que, dado que
nosotros estamos aquí por voluntad de Dios, nuestro futuro depende del creador, y debido
a que éste está considerado como sagrado y supremo, nosotros debemos amarlo.
Lo que se observa de esta enseñanza es que nosotros deberíamos amar a nuestros
semejantes, los seres humanos; éste es el mensaje esencial. El razonamiento es que
si nosotros amamos a Dios, debemos amar a nuestros semejantes, los seres humanos,
porque ellos, como nosotros, fueron creados por aquél. Su
futuro, así como el nuestro,
depende del creador; así pues, su situación es como la nuestra. En consecuencia, resultaría
cuestionable la fe de las personas que dicen: «Amad a Dios», pero que no muestran un
amor sincero hacia sus iguales, los humanos. La persona que cree en Dios y
en el amor hacia él debe manifestar la sinceridad de su amor
a través del amor dirigido hacia sus semejantes.
Este tipo de enfoque es muy poderoso, ¿no os parece?. Si examinamos de esta manera
cada religión desde diferentes ángulos, no simplemente a partir de nuestra propia
postura filosófica, sino teniendo en cuenta diferentes puntos de vista, no cabe duda
de que todas las principales religiones tienen el potencial de hacer mejor al ser
humano. Esto es evidente: un contacto estrecho con personas de otras creencias
hace posible desarrollar una actitud mental amplia y respeto mutuo con relación a otras religiones.
El acercamiento a diferentes creencias me ayuda a aprender nuevas ideas, nuevas
prácticas, y nuevos métodos o técnicas que yo puedo incorporar en mi propia práctica.
De forma similar, algunos de mis hermanos y hermanas cristianos han adoptado ciertos
métodos budistas como, por ejemplo, la práctica de la concentración mental en un solo
punto, así como técnicas que ayudan a desarrollar la tolerancia, la compasión y el amor.
Resulta de gran beneficio que practicantes de diferentes religiones se reúnan para
este tipo de intercambios. Además de desarrollar la armonía entre ellos, también
pueden obtenerse otros resultados benéficos.
Los políticos y los líderes nacionales hablan con frecuencia de la «convivencia» y el
«acercamiento» . ¿Por qué no puede ser así también entre las personas religiosas?
Creo que ha llegado la hora. En Asís, en 1987, por ejemplo, líderes y representantes de
diferentes religiones mundiales se reunieron para orar juntos, aunque no estoy
seguro de que la palabra «oración» sea el término adecuado para describir de forma
exacta la práctica de todas estas religiones. En cualquier caso, lo importante es que
representantes de distintas religiones se reúnan en un mismo lugar y recen, cada
uno de acuerdo con su propia fe. Esto ya está sucediendo y, en mi opinión, algo muy
positivo se está generando. No obstante, todavía necesitamos poner más esfuerzo
en desarrollar la armonía y la proximidad entre las diferentes regiones del mundo,
ya que sin tal esfuerzo continuaremos experimentando los
numerosos problemas que dividen a la humanidad.
Si la religión fuera el único remedio para disminuir el conflicto humano y si este mismo
remedio se convirtiera en una fuente más de conflicto, sería algo desastroso. En la
actualidad, así como en el pasado, surgen conflictos en nombre de la religión debido
a diferencias religiosas, y en mi opinión esto es muy, muy triste. Pero como ya he
mencionado anteriormente, si pensamos con una mente más amplia y profunda,
nos daremos cuenta de que la situación en el pasado era totalmente distinta a la
de hoy. Ya no vivimos de una manera aislada sino interdependiente. Por tanto, en la
actualidad es muy importante darse cuenta de que una relación estrecha entre las
diferentes religiones es algo fundamental; sólo así los diferentes grupos religiosos
tendrán la posibilidad de trabajar juntos de forma más íntima y hacer un esfuerzo
común en beneficio de toda la humanidad. Sinceridad y fe en la práctica religiosa
por un lado, y tolerancia religiosa y cooperación por el otro, comprenden
el primer nivel del valor de la práctica espiritual para la humanidad.
EL SEGUNDO NIVEL DE ESPIRITUALIDAD: LA COMPASIÓN COMO RELIGIÓN UNIVERSAL
El segundo nivel de espiritualidad es más importante que el primero porque sin importar
lo maravillosa que pueda ser una religión, las personas que la aceptan siguen siendo un número
muy limitado. La mayoría de los cinco o seis mil millones de seres humanos que hay en
nuestro planeta, probablemente no practican ningún tipo de religión. De acuerdo con
la formación que han recibido por parte de su familia, quizá se identifiquen como
pertenecientes a uno u otro grupo religioso: «Yo soy hindú», «Yo soy budista», «Yo soy cristiano»,
pero en profundidad, la mayoría de estas personas no son necesariamente practicantes
de ninguna fe religiosa. Esto es así y está bien; el hecho de que una persona adopte
o no una religión es un derecho individual de cada uno. Todos los grandes
maestros de la Antigüedad, tales como Buda, Mahavira, Jesucristo y Mahoma,
nunca lograron crear una conciencia espiritual en toda la humanidad, en todos
los seres humanos. En realidad, nadie puede hacer tal cosa.
Si estas personas no creyentes se llaman a sí mismas ateas no importa. De hecho,
según algunos eruditos occidentales, los budistas también son ateos, dado que no
aceptan el concepto de un creador. Por ello, a veces, añado una palabra más al describir
a los no creyentes y es la palabra «extremista»; los llamo no creyentes «extremistas». Estas
personas no son solamente no creyentes sino que son extremistas en su visión al
sostener que la espiritualidad no tiene ningún valor. Si embargo, debemos recordar
que ellas también forman parte de la humanidad y que, como todos los seres humanos,
tienen el deseo de ser felices, de vivir una vida feliz y en paz. Éste es el punto
importante. Por mi parte creo que no hay nada malo en continuar siendo no
creyente, pero mientras seamos parte de la humanidad, mientras seamos seres
humanos, tenemos necesidad del afecto humano, de la compasión humana.
Ésta es, en realidad, la enseñanza fundamental de todas las tradiciones religiosas:
el punto esencial es la compasión o el afecto humano. Sin éste, incluso las creencias
religiosas pueden resultar destructivas. Por tanto, la esencia en la religión incluso
es la bondad de corazón. Desde mi punto de vista, el afecto humano o la compasión
es la religión universal. Sea uno creyente o no, todos necesitamos afecto humano
y compasión, porque nos da fuerza interna, esperanza y
paz mental. Resulta, pues, algo indispensable para todos.
Examinemos, por ejemplo, la utilidad de un corazón bondadoso en la vida cotidiana.
Si nos sentimos de buen humor cuando nos levantamos por la mañana, si hay en
nosotros un sentimiento de bondad, automáticamente nuestra puerta interna
se abre a ese día. Incluso en el caso de que nos encontrásemos a una persona
desagradable, no experimentarí amos demasiada alteración y quizá incluso
conseguiríamos decirle algo agradable. Podríamos charlar con esa persona
poco amistosa y tal vez incluso mantener una conversación profunda. Sin
embargo, en un día en el que nuestro estado de ánimo es menos positivo y
nos sentimos irritados, de forma automática se cierra nuestra puerta interna.
En consecuencia, incluso si nos encontramos con nuestro mejor amigo o amiga
nos sentimos incómodos y tensos. Estos ejemplos muestran cómo nuestra
actitud interior marca una gran diferencia en nuestras experiencias diarias. Así
pues, para crear una atmósfera agradable, placentera, dentro de nosotros mismos,
de nuestras familias o nuestro entorno, debemos darnos cuenta de que el origen
último de esa atmósfera placentera reside dentro de cada uno: un corazón bondadoso,
compasión humana, amor. El hecho de crear una atmósfera positiva y amistosa
nos ayuda automáticamente a disminuir el miedo y la inseguridad. De esta
manera podemos, con mayor facilidad, hacer nuevos amigos y provocar más sonrisas.
Después de todo, somos animales sociales. Sin la amistad con otros seres humanos,
sin la sonrisa humana, nuestra vida se convierte en desdicha. La sensación de soledad
se hace insoportable. Se trata de una ley de la naturaleza; en otras palabras, según las
leyes naturales, dependemos unos de otros para vivir. Si bajo ciertas circunstancias,
debido a que algo no funciona en nosotros, nuestra actitud hacia nuestros semejantes,
de quienes dependemos, se vuelve hostil, ¿cómo podemos esperar alcanzar la paz
mental o disfrutar de una vida feliz? De acuerdo con la naturaleza básica humana,
o ley natural, el afecto -la compasión- es la clave para la felicidad.
Según la medicina contemporánea, un estado mental positivo, o paz mental,
resulta también beneficioso para nuestra salud física. Si estamos constantemente
alterados acabamos dañando nuestra propia salud. Por tanto, incluso en el aspecto
de la salud, la calma mental y la serenidad son muy importantes. Esto demuestra
cómo el cuerpo físico de por sí aprecia y responde a la calidez humana, a la paz mental.
LA NATURALEZA HUMANA FUNDAMENTAL
Si observamos la naturaleza humana fundamental, vemos que nuestra naturaleza no
es de carácter agresivo sino dócil. Por ejemplo, si examinamos diferentes animales, nos
damos cuenta de que los más pacíficos tienen una estructura corporal en concordancia
con su naturaleza; de forma similar, la estructura física de los animales de presa
también se ha desarrollado de acuerdo con lo que son. Comparemos el tigre y el
ciervo: existen grandes diferencias en sus estructuras físicas. Cuando comparamos
nuestro propio cuerpo con el de ellos, vemos que nosotros nos parecemos
más a los ciervos y a los conejos que a los tigres.
Incluso nuestros dientes son más parecidos a los de ellos, ¿no es así? No son como
los de un tigre. Nuestras uñas son otro buen ejemplo, pues ni tan siquiera puedo
cazar a un ratón sólo con mis uñas de humano. Por supuesto, debido a la inteligencia
humana, somos capaces de inventar y utilizar diferentes herramientas y métodos
para hacer cosas que sin ellos nos sería difícil realizar. Así, como podemos ver,
debido a nuestra condición física pertenecemos a la categoría de animales
dóciles. Considero pues que ésta es la naturaleza humana fundamental tal
como enseña nuestra estructura física básica.
LA COMPASIÓN Y LA RESOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS
Dada nuestra situación global actual, la cooperación es esencial, en particular en
campos como la economía y la educación. En la actualidad, el concepto de que
las diferencias son importantes prácticamente ha desaparecido, como queda reflejado
en el movimiento por una Europa occidental unida. Este movimiento es, en mi opinión,
realmente valioso y muy oportuno. No obstante, el esfuerzo por crear este estrecho
vínculo entre las diferentes naciones no surgió debido a la compasión
o la fe religiosa, sino más bien por necesidad.
Existe en el mundo una tendencia creciente hacia la conciencia global. En tales
circunstancias, una relación estrecha con los demás se ha convertido en un elemento
ligado a nuestra propia supervivencia. El concepto de la responsabilidad universal,
basada en la compasión y el sentimiento de hermandad, es hoy fundamental. El mundo
está lleno de conflictos -por ideologías, por religión e incluso conflictos dentro de
las familias- basados en el hecho de que una persona quiere una cosa mientras otra
desea algo distinto. Si examinamos el origen de todos estos conflictos, descubrimos
que hay varias, existen muchas causas diferentes, incluso dentro de nosotros mismos.
No obstante tenemos, a la vez, el potencial y la habilidad para unirnos en armonía.
Todas estas otras cosas son relativas. Aunque existan muchos puntos que
originan conflicto, existen al mismo tiempo muchas posibilidades de generar unión
y armonía. Ha llegado el momento de poner mayor énfasis en la unión. Aquí, una
vez más, debe haber afecto humano. Por ejemplo, quizá uno tenga una opinión
religiosa o ideológica diferente a la de otra persona.
Si respetamos sus derechos y mostramos de forma sincera una actitud compasiva
hacia ella, entonces no importa si su idea se adapta a la nuestra; esto sería algo
secundario. Mientras la otra persona crea en ello y se beneficie de tal punto de vista,
está en su pleno derecho. Por tanto, debemos sentir respeto y aceptar el hecho
de que existen diferentes puntos de vista. Lo mismo sucede en el campo de la
economía: nuestros competidores también deben obtener algún tipo de beneficio,
porque ellos asimismo han de sobrevivir. En mi opinión, cuando tenemos
una percepción más amplia basada en la compasión las cosas empiezan a
ser mucho más fáciles. Una vez más, la compasión es el factor clave.
CONCLUSIÓN: EL SIGNIFICADO DE LA COMPASIÓN
He hablado extensamente acerca de la compasión sin explicar su verdadero
significado. Me gustaría ahondar en el sentido de la compasión, que a menudo suele
entenderse erróneamente. La genuina compasión está basada no en nuestras
propias proyecciones y expectativas sino en los derechos del otro. Independientemente
de si la otra persona es un amigo íntimo o un enemigo, el hecho de que desee la
paz y la felicidad y quiera superar el sufrimiento ha de servirnos de base para
desarrollar un genuino interés por su problema. Ésta es la compasión auténtica.
Normalmente, cuando nos interesamos por un amigo íntimo, llamamos a esto
compasión. Esto no es compasión, es apego. Incluso en el matrimonio, aquellos
que perduran a lo largo del tiempo lo hacen no debido al apego -aunque
generalmente está presente-, sino porque también existe compasión. Los
matrimonios que duran sólo poco tiempo experimentan falta de compasión;
existe solamente apego emocional basado en proyecciones y expectativas.
Cuando el único punto de unión entre amigos íntimos es el apego, incluso
un pequeño detalle puede hacer cambiar nuestras proyecciones. Tan pronto
como cambian nuestras proyecciones, desaparece el apego,
porque estaba basado únicamente en aquéllas
Es posible tener compasión sin apego y, de forma similar, sentir enfado sin
odio. Por consiguiente, necesitamos hacer una distinción clara entre la
compasión y el apego, y entre el enfado y el odio. Esta claridad de conceptos
es útil en nuestra vida diaria y en nuestros esfuerzos hacia la paz
mundial. Considero que éstos son los valores espirituales
fundamentales para la felicidad de todos los seres humanos,
independientemente de si uno es creyente o no.
TENZIN GYATSO
S.S. Dalai Lama
Porque dando es como se recibe, olvidando es como se encuentra, perdonando es como se es perdonado y muriendo se resucita a la vida que no conoce fin.
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